La Divina Institución del Matrimonio
Traducido por Walter Cruz.
SALT LAKE CITY 13 Agosto 2008
Introducción
Hace poco, la Corte Suprema de California ha dictaminado que los matrimonios entre personas del mismo sexo son legales en ese Estado. Reconociendo la importancia del matrimonio en la sociedad, la Iglesia ha aceptado la invitación para participar en ProtectMarriage, una coalición de iglesias, organizaciones y personas naturales que auspician una medida de votación en Noviembre, la Proposición 8, que enmendaría la constitución del Estado de California para asegurarse que solo sea reconocido legalmente el matrimonio entre un hombre y una mujer. (Información sobre la coalición puede encontrarse en http://www.protectmarriage.com/).
El 20 de Junio de 2008, la Primera Presidencia de la Iglesia distribuyó una carta en cuanto a “Preservar el Matrimonio Tradicional y Fortalecer a las Familias”, anunciando la participación de la Iglesia en la coalición. La carta, que fue leída en los servicios dominicales de los Santos de los Últimos Días en California, pedía a los miembros de la Iglesia que “[hagan] todo lo que puedan para apoyar la enmienda constitucional propuesta”.
Los miembros de la Iglesia en Arizona y Florida también votarán en enmiendas constitucionales relacionadas con el matrimonio en sus respectivos Estados, en donde se están formando coaliciones similares a la de California.
El enfoque de la participación de la Iglesia es específicamente en cuanto al matrimonio entre personas del mismo sexo y sus consecuencias. La Iglesia no objeta los derechos (ya establecidos en California) relacionados a la hospitalización y el cuidado médico, el hospedaje y los derechos de empleo, o la legalización de un testamento, en tanto que estos no infrinjan la integridad de la familia o los derechos constitucionales de las iglesias y sus miembros para administrar y practicar su religión libres de la interferencia del gobierno.
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La Iglesia posee un único e invariable estándar de moralidad sexual: las relaciones sexuales son solo apropiadas entre esposo y esposa unidos por los lazos del matrimonio.
La oposición de la Iglesia a los matrimonios entre personas del mismo sexo no constituye en sí ni condona ninguna clase de hostilidad hacia las personas con tendencias homosexuales. El proteger el matrimonio entre un hombre y una mujer no afecta las obligaciones cristianas de los miembros de la Iglesia de amar y de ser bondadosos y humanitarios con todas las personas.
Cuando los miembros de la Iglesia decidan su propio nivel de participación al proteger el matrimonio entre un hombre y una mujer, deben tocar este tema con respeto, comprensión, honestidad y civilidad hacia otros.
Para tratar de reducir la falta de comprensión y la mala voluntad, la Iglesia ha elaborado el siguiente documento: “La Divina Institución del Matrimonio”, y proporciona los vínculos anexos a otros materiales, con el fin de explicar las razones que tiene para defender el matrimonio entre el hombre y la mujer como un tema imperativo moral.
La Divina Institución del Matrimonio
El matrimonio es sagrado y ordenado por Dios desde antes de la fundación del mundo. Luego de crear a Adán y Eva, Dios el Señor los declaró esposo y esposa, a lo cual Adán dijo: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (1). Jesucristo citó la declaración de Adán cuando afirmó los orígenes divinos del convenio matrimonial: “¿No habéis leído que el que los hizo en el principio, varón y hembra los hizo, y dijo: por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne.” (2).
En 1995, “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” expuso las siguientes verdades invariables con respecto al matrimonio:
Nosotros, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, solemnemente proclamamos que el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es la parte central del plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos… La familia es ordenada por Dios. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. Los hijos tienen el derecho de nacer dentro de los lazos del matrimonio, y de ser criados por un padre y una madre que honran sus promesas matrimoniales con fidelidad completa.
La Proclamación también enseña: “El ser hombre o mujer es una característica esencial de la identidad y el propósito eternos de los seres humanos en la vida premortal, mortal y eterna”. El relato de Génesis sobre la creación de Adán y Eva y su aparición sobre la tierra enfatiza la creación de dos géneros distintos: “Y creó Dios al hombre a Su propia imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (3).
El matrimonio entre un hombre y una mujer es central en el plan de salvación. La naturaleza sagrada del matrimonio está íntimamente unida al poder de la procreación. Solo un hombre y una mujer juntos tienen la capacidad natural biológica para concebir hijos. El poder de la procreación – dar vida y traer a los hijos espirituales de Dios al mundo – es sagrado y precioso. El mal uso de este poder mina la institución de la familia y por lo tanto debilita la fábrica social (4). Las familias fuertes actúan como la institución fundamental para transmitir a las futuras generaciones las fortalezas morales, las tradiciones y los valores que sostienen a la civilización. Como afirma la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “La familia es la unidad grupal fundamental y natural de la sociedad” (5).
El matrimonio no es simplemente un contrato entre individuos para ratificar sus afectos y proporcionarse obligaciones mutuas. Por el contrario, el matrimonio y la familia son instrumentos vitales para criar hijos y enseñarles a convertirse en adultos responsables. Ya que los gobiernos no inventaron el matrimonio, a través de los tiempos gobiernos de todo tipo han reconocido y afirmado que el matrimonio es una institución esencial para preservar la estabilidad social y perpetuar la vida misma. Por lo tanto, sin importar si los matrimonios son realizados como un rito religioso o una ceremonia civil, en casi cada cultura a las parejas casadas se les ha proporcionado beneficios especiales destinados principalmente a apoyar su relación y promover el medioambiente en el cual los hijos sean criados. Un esposo y una esposa no reciben estos beneficios para estar por encima de cualesquiera otras dos personas que pueden compartir una residencia o un lazo social, sino con el fin de preservar, proteger y defender a la institución más importante de todas: el matrimonio y la familia.
Es verdad que algunas parejas que se casan no tendrán hijos, ya sea por elección o a causa de la infertilidad, pero la condición especial del matrimonio está sin embargo íntimamente unida a los poderes y a las responsabilidades inherentes de la procreación, y a las diferencias propias entre los géneros. La cohabitación bajo cualquier título o apelativo no es razón suficiente para definir nuevas formas de matrimonio.
Las altas tasas de divorcio y nacimientos fuera del matrimonio han ocasionado un excepcional gran número de padres solteros en la sociedad americana. Muchos de estos padres solteros han criado hijos ejemplares; sin embargo, estudios extensivos han demostrado que por lo general un esposo y una esposa unidos en un matrimonio amoroso y comprometido proporcionan el ambiente óptimo para que los hijos sean protegidos, nutridos y criados (6). Esto no solo se debe a los recursos personales sustanciales que cada padre trae consigo al criar a los hijos, sino a las diferentes fortalezas que un padre y una madre, en virtud a su género, llevan consigo. Como dijo el prominente sociólogo David Popence:
La carga de evidencia de la ciencia social apoya la idea de que la paternidad diferenciada en género es importante para el desarrollo humano y que la contribución de ambos padres en la crianza de los hijos es única e irremplazable (7).
Popence explicó que:
… Los estilos de paternidad complementarios de un hombre y una mujer son decisivos y de enorme importancia para el desarrollo general de los hijos. A veces se afirma que los padres expresan mayor preocupación por el desarrollo a largo plazo de los hijos, en tanto que las madres se enfocan en el bienestar inmediato del niño (el cual, por supuesto, a su propia manera tiene que ver con el bienestar general a largo plazo del niño). Lo que es claro es que los hijos tienen necesidades duales que deben ser satisfechas: unas por la independencia y otras por la interrelación, unas por el desafío y otras por el apoyo (8).
El sociólogo historiador David Blankenhorn hizo una declaración similar en su libro Fatherless America (9). En una sociedad ideal, todo niño debería ser criado por un padre y una madre.
Desafíos al Matrimonio y la Familia
Nuestra era moderna ha visto al matrimonio tradicional y a la familia – definida como un esposo con una esposa e hijos en un matrimonio intacto – estar bajo un asalto que está constantemente en aumento. La moralidad sexual ha descendido y la infidelidad ha aumentado. Desde 1960 la proporción de niños nacidos fuera del matrimonio se ha disparado del 5.3% al 38.5% (2006) (10). El divorcio ha llegado a ser mucho más común y más aceptado, con los Estados Unidos como el país que tiene una de las tasas de divorcio más altas del mundo. Desde 1973 el aborto ha quitado la vida a más de 45 millones de inocentes (11). Al mismo tiempo, los estándares de entretenimiento continúan descendiendo, y la pornografía ha llegado a ser una plaga que afecta y hace adictos a muchas víctimas. Las diferencias de géneros incrementalmente son menospreciadas y consideradas triviales, irrelevantes o intrascendentes, minando de esa manera los propósitos de Dios en la creación de hombres y mujeres.
En años recientes en los Estados Unidos y otros países ha surgido un movimiento para promocionar al matrimonio entre personas del mismo sexo como un derecho inherente o constitucional. Este no es un paso pequeño, sino un cambio radical: en vez de buscar la tolerancia social o la aceptación privada a un comportamiento sexual consensual entre adultos, lo que buscan los defensores del matrimonio entre personas del mismo sexo es un respaldo y reconocimiento oficiales.
Las decisiones de las Cortes de Massachussetts (2004) y California (2008) han permitido los matrimonios entre personas del mismo sexo. Esta tendencia constituye una seria amenaza al matrimonio y la familia. La institución del matrimonio se debilitará, trayendo consecuencias negativas tanto para los adultos como para los niños.
En noviembre de 2008 los electores de California decidirán si enmiendan la constitución de su Estado para definir el matrimonio como sólo la unión entre un hombre y una mujer. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se ha unido en una amplia coalición con otras denominaciones, organizaciones y personas naturales para alentar a los electores a que aprueben dicha enmienda.
El pueblo de los Estados Unidos – actuando ya sea directamente o por medio de sus representantes electos – han reconocido el papel crucial que el matrimonio tradicional ha interpretado y debe seguir interpretando en la sociedad americana si se desea que los niños y las familias sean protegidos y los valores morales propagados.
Cuarenta y cuatro Estados han aprobado legislaciones poniendo claro que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. Más de la mitad de esos Estados, veintisiete en total, lo han hecho por medio de enmiendas constitucionales semejantes a las que se realizarán en California, Arizona y Florida (12).
Por el contrario, aquellos que desean imponer el matrimonio entre personas del mismo sexo en la sociedad americana han elegido un curso diferente. Los defensores de esa posición han llevado sus casos a las cortes Estatales, solicitando a los jueces que rehagan la institución del matrimonio que la sociedad ha aceptado y sobre la que ha dependido por milenios. Aún en este contexto, una amplia mayoría de las cortes – seis de ocho Cortes Supremas de Estado – han dado su apoyo a las leyes sobre el matrimonio tradicional. Solo dos, Massachussets y ahora California, han tomado otra dirección, y además, solo por márgenes mínimos – 4 de 3 en ambos casos.
En suma, existe un consenso muy fuerte a lo largo de los Estados Unidos en cuanto a lo que es el matrimonio. Como lo ha reconocido el pueblo de California al votar sobre este tema hace solo ocho años, el matrimonio tradicional es esencial para toda la sociedad, y en especial para sus hijos. Por motivo de que esta pregunta afecta el corazón mismo de la familia, debido a que es uno de los temas morales más grandes de nuestro tiempo, y porque tiene el potencial de un gran impacto sobre la familia, la Iglesia habla de este tema y pide a sus miembros que se involucren.
Tolerancia, Matrimonios entre Personas del Mismo Sexo y Libertad Religiosa
Aquellos que están a favor de los matrimonios homosexuales indican que “tolerancia” implica que se les otorgue el derecho a casarse como lo tienen las parejas heterosexuales. Pero este llamado a la “tolerancia” propone un significado y sentido muy diferentes del que ha tenido durante la mayor parte de la historia americana y del que se encuentra en el evangelio de Jesucristo. El Salvador enseñó un concepto mucho mayor: el amor. El amonestó: “ama a tu prójimo” (13). Jesús amó al pecador aún cuando condenó el pecado, como se evidencia en el caso de la mujer encontrada en adulterio: la trató amablemente, pero le exhortó a “no [pecar] más” (14). Como principio del evangelio “tolerancia” significa amar y perdonarnos unos a otros, no significa “tolerar” la transgresión.
En el mundo secular de hoy, la idea de tolerancia ha llegado a significar algo completamente diferente. En vez de amar, quiere decir condonar: aceptar el comportamiento equívoco como precio de la amistad. Jesús enseñó que amamos y cuidamos los unos de los otros sin condonar la transgresión. Pero la definición paliativa políticamente correcta de hoy insiste que a menos que se acepte el pecado no se está tolerando al pecador.
Como lo explicó el Élder Dallin H. Oaks:
Es obvio que la tolerancia requiere formas no contenciosas de relacionarse con las diferencias de unos y otros. Pero la tolerancia no requiere abandonar los estándares u opiniones propias sobre opciones de orden político o público. La tolerancia es la forma de reaccionar a la diversidad, no un mandato de aislarla para examinarla (15).
La Iglesia no condona el trato abusivo hacia otros y alienta a Sus miembros a tratar a todas las personas con respeto. Sin embargo, el hablar claro contra las prácticas con las que la Iglesia está en desacuerdo en términos morales – incluyendo los matrimonios entre personas del mismo sexo – no constituye abuso o el frecuente mal usado término de “lenguaje de odio”. Podemos expresar amor y amistad genuinos por los miembros de nuestra familia o amigos homosexuales sin aceptar la práctica de la homosexualidad o alguna nueva definición del matrimonio.
El legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo afectará a una amplia gama de actividades y políticas gubernamentales. Una vez que un gobierno Estatal declare que las uniones entre personas del mismo sexo son un derecho civil, es casi seguro que esos gobiernos pondrán en ejecución una gran variedad de políticas adicionales con la intención de asegurar que no exista discriminación contra las parejas del mismo sexo. Esto bien podría colocar a “la iglesia y al estado en curso de colisión” (16).
La proposición de matrimonios entre personas del mismo sexo ya ha generado choques legales en el ámbito de los derechos de libre acción y libre discurso basados en creencias religiosas. Por ejemplo, defensores de esta proposición y oficiales gubernamentales en ciertos Estados ya han desafiado el largamente apoyado derecho de las agencias de adopción religiosas de seguir sus propias creencias y colocar a sus niños solamente en hogares con un padre y una madre. Como resultado, la Beneficencia Católica de Boston ha dejado de ofrecer sus servicios de adopción.
Otros defensores del matrimonio entre personas del mismo sexo han sugerido que se retiren las exenciones de impuestos y otros beneficios a cualquier organización religiosa que no acepte estas uniones (17). Ya se están utilizando las Leyes de Alojamiento Público como palanca en un intento de forzar a las organizaciones religiosas a aceptar que se celebren estos matrimonios o se organicen sus recepciones en las instalaciones religiosas que de alguna manera están abiertas al público. En algunos casos las organizaciones acreditadas están ejerciendo presión en escuelas y universidades religiosas con el fin de que se proporcione hospedaje de casados a parejas del mismo sexo. Algunas universidades les están diciendo a sus organizaciones religiosas estudiantiles que pueden perder el reconocimiento y sus beneficios en el campus si excluyen a las parejas del mismo sexo de la membresía de sus clubes (18).
Muchos de estos ejemplos ya se han convertido en la realidad legal de varias naciones de la Unión Europea, y el Parlamento Europeo ha recomendado que las leyes que garantizan y protegen los derechos de las parejas del mismo sexo se hagan uniformes en toda la Unión Europea (19). De esta manera, si el matrimonio entre personas del mismo sexo llega a convertirse en un derecho civil reconocido, existirán conflictos sustanciales con la libertad religiosa; y en algunas áreas importantes, la libertad religiosa se verá minimizada.
¿De que Manera los Matrimonios entre Personas del Mismo Sexo Afectan a la Sociedad?
No solo las posibles restricciones de la libertad religiosa son la única implicancia social de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Tal vez el argumento más común que los proponentes de este tipo de matrimonios hacen es que es esencialmente inocuo y que no afectará a la institución del matrimonio heterosexual tradicional en ninguna manera. El refrán común es: “Esto no te afectará, entonces ¿por qué te preocupa?”. Aunque tal vez sea verdad que permitir las uniones de un solo sexo no afectara inmediata y directamente a todos los matrimonios existentes, la verdadera pregunta es cómo afectará con el tiempo a toda la sociedad completa, incluyendo a la generación que crece en este momento y a las futuras generaciones. La experiencia de los pocos países europeos que ya han legalizado los matrimonios entre personas del mismo sexo sugiere que cualquier disolución de la definición tradicional del matrimonio a la larga erosionará la ya venida a menos estabilidad de los matrimonios y de la familia en general. Adoptar el matrimonio entre personas del mismo sexo compromete el concepto tradicional de matrimonio, con consecuencias dañinas para la sociedad.
A parte de las muy serias consecuencias de minar y disolver la naturaleza sagrada del matrimonio entre un hombre y una mujer, existen muchas implicaciones prácticas en la esfera de la política pública que serán de profunda preocupación para los padres y para la sociedad en su conjunto. Éstas son críticas para entender la seriedad de todo el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Cuando un hombre y una mujer se casan con el fin de formar una nueva familia, su éxito en tal empresa depende de su voluntad en renunciar a la búsqueda unitaria de la autorrealización y de sacrificar su tiempo y medios para nutrir y criar a sus hijos. El matrimonio es fundamentalmente un acto de generosidad: protegido legalmente porque solo un hombre y una mujer juntos pueden crear nueva vida, y debido a que criar a los hijos requiere de un compromiso de por vida, el cual el matrimonio se encarga de proporcionar. El reconocimiento social de los matrimonios entre personas del mismo sexo no puede justificarse simplemente por el hecho de que proporciona autorrealización a las partes, pues no es el propósito del gobierno el dar protección legal a cada posible forma en la que los individuos puedan buscar la realización. Por definición, todas las uniones de personas del mismo sexo son infértiles, y dos individuos del mismo género, cualesquiera que sean sus afectos, nunca podrán formar un matrimonio dedicado a criar a su propia y mutua posteridad.
Es verdad que algunas parejas del mismo sexo obtendrán la custodia sobre hijos que proceden de relaciones heterosexuales previas, de la adopción en los Estados en los que estén permitidos, o por inseminación artificial. A pesar de ello, la pregunta más importante de la política pública debe ser: ¿cuál es el mejor ambiente para el niño y para la generación creciente? El matrimonio tradicional proporciona una sólida y bien establecida identidad social a los hijos. Aumenta la probabilidad de que ellos sean capaces de formar una identidad de género clara, con la sexualidad íntimamente unida al amor y a la procreación. Por el contrario, la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo erosionará probablemente la identidad social, el desarrollo de los géneros y el carácter moral de los hijos. ¿En realidad es sabio para la sociedad el perseguir tal experimento radical sin tomar en cuenta las consecuencias a largo plazo para los niños?
Solo como un ejemplo de la forma en la que los niños se verán afectados es que el establecimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo como un derecho civil inevitablemente requerirá cambios obligatorios en la currícula de las escuelas. Cuando el Estado diga que las uniones del mismo sexo son equivalentes a los matrimonios heterosexuales, la currícula de las escuelas públicas tendrá que apoyar dicha afirmación. Empezando con la escuela elemental, a los niños se les enseñará que el matrimonio puede definirse como una relación entre dos adultos cualesquiera y que las relaciones sexuales consensuales son moralmente neutrales. Se esperaría que la instrucción sobre educación sexual en las aulas de las escuelas secundarias haga iguales la intimidad sexual con las relaciones heterosexuales. Estas áreas de desarrollo originarían serios choques entre la agenda del sistema escolar secular y el derecho de los padres de enseñar a sus hijos estándares tradicionales de moralidad.
Finalmente, a través de la historia la familia ha servido como un baluarte esencial de la libertad individual. Los muros de un hogar proporcionan una defensa contra las influencias sociales perjudiciales y los poderes que algunas veces superan al gobierno. En ausencia de abuso o abandono, el gobierno no tiene el derecho de intervenir en la crianza y la educación moral de los hijos en el hogar. De esta manera, las familias fuertes son vitales para la libertad política; pero cuando los gobiernos presumen que pueden redefinir el matrimonio al emitir regulaciones para asegurar la aceptación pública de uniones no tradicionales, dan un paso para intervenir en la sagrada esfera de la vida doméstica. Las consecuencias de cruzar esta línea son muchas e impredecibles, pero es probable que incluyan un aumento en el poder y el alcance del Estado hacia cualquier fin que este esté buscando.
La Santidad del Matrimonio
Las familias estables y fuertes, encabezadas por un padre y una madre, son el ancla de la sociedad civilizada. Cuando el matrimonio se mina por la confusión entre géneros y por las distorsiones en el significado que Dios le dio, la generación de niños que están creciendo así como la juventud encontrarán particularmente difícil desarrollar su identidad natural como hombre o como mujer. Algunos encontrarán mucho más difícil embarcarse en cortejos sanos, formar matrimonios estables y criar todavía otra generación imbuida en un propósito y en la fortaleza moral.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha elegido involucrase, junto con muchas otras iglesias, organizaciones e individuos, en la defensa de la santidad del matrimonio entre un hombre y una mujer porque es un tema moral obligatorio de una importancia profunda para nuestra religión y para el futuro de nuestra sociedad.
La línea final de La Proclamación de la Familia es una admonición al mundo de parte de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce: “Hacemos un llamado a los ciudadanos responsables y a los representantes de los gobiernos de todo el mundo a fin de que ayuden a promover medidas destinadas a fortalecer la familia y mantenerla como base fundamental de la sociedad”. Este es el curso trazado por los líderes de la Iglesia, y es el único curso seguro para la Iglesia y para la nación.
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Notas
[1] Genesis 2:24.
[2] Mateo 19:4-6.
[3] Génesis 1:27.
[4] M. Russell Ballard, “Lo Que Más Importa es lo Que Dura Más,” Ensign, Noviembre 2005, p. 41.
[5] Naciones Unidas, “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, resolución de la Asamblea General 217 A (III), 10 Diciembre 1948.
[6] David Blankenhorn,
La oposición de la Iglesia a los matrimonios entre personas del mismo sexo no constituye en sí ni condona ninguna clase de hostilidad hacia las personas con tendencias homosexuales. El proteger el matrimonio entre un hombre y una mujer no afecta las obligaciones cristianas de los miembros de la Iglesia de amar y de ser bondadosos y humanitarios con todas las personas.
Cuando los miembros de la Iglesia decidan su propio nivel de participación al proteger el matrimonio entre un hombre y una mujer, deben tocar este tema con respeto, comprensión, honestidad y civilidad hacia otros.
Para tratar de reducir la falta de comprensión y la mala voluntad, la Iglesia ha elaborado el siguiente documento: “La Divina Institución del Matrimonio”, y proporciona los vínculos anexos a otros materiales, con el fin de explicar las razones que tiene para defender el matrimonio entre el hombre y la mujer como un tema imperativo moral.
La Divina Institución del Matrimonio
El matrimonio es sagrado y ordenado por Dios desde antes de la fundación del mundo. Luego de crear a Adán y Eva, Dios el Señor los declaró esposo y esposa, a lo cual Adán dijo: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (1). Jesucristo citó la declaración de Adán cuando afirmó los orígenes divinos del convenio matrimonial: “¿No habéis leído que el que los hizo en el principio, varón y hembra los hizo, y dijo: por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne.” (2).
En 1995, “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” expuso las siguientes verdades invariables con respecto al matrimonio:
Nosotros, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, solemnemente proclamamos que el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es la parte central del plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos… La familia es ordenada por Dios. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. Los hijos tienen el derecho de nacer dentro de los lazos del matrimonio, y de ser criados por un padre y una madre que honran sus promesas matrimoniales con fidelidad completa.
La Proclamación también enseña: “El ser hombre o mujer es una característica esencial de la identidad y el propósito eternos de los seres humanos en la vida premortal, mortal y eterna”. El relato de Génesis sobre la creación de Adán y Eva y su aparición sobre la tierra enfatiza la creación de dos géneros distintos: “Y creó Dios al hombre a Su propia imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (3).
El matrimonio entre un hombre y una mujer es central en el plan de salvación. La naturaleza sagrada del matrimonio está íntimamente unida al poder de la procreación. Solo un hombre y una mujer juntos tienen la capacidad natural biológica para concebir hijos. El poder de la procreación – dar vida y traer a los hijos espirituales de Dios al mundo – es sagrado y precioso. El mal uso de este poder mina la institución de la familia y por lo tanto debilita la fábrica social (4). Las familias fuertes actúan como la institución fundamental para transmitir a las futuras generaciones las fortalezas morales, las tradiciones y los valores que sostienen a la civilización. Como afirma la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “La familia es la unidad grupal fundamental y natural de la sociedad” (5).
El matrimonio no es simplemente un contrato entre individuos para ratificar sus afectos y proporcionarse obligaciones mutuas. Por el contrario, el matrimonio y la familia son instrumentos vitales para criar hijos y enseñarles a convertirse en adultos responsables. Ya que los gobiernos no inventaron el matrimonio, a través de los tiempos gobiernos de todo tipo han reconocido y afirmado que el matrimonio es una institución esencial para preservar la estabilidad social y perpetuar la vida misma. Por lo tanto, sin importar si los matrimonios son realizados como un rito religioso o una ceremonia civil, en casi cada cultura a las parejas casadas se les ha proporcionado beneficios especiales destinados principalmente a apoyar su relación y promover el medioambiente en el cual los hijos sean criados. Un esposo y una esposa no reciben estos beneficios para estar por encima de cualesquiera otras dos personas que pueden compartir una residencia o un lazo social, sino con el fin de preservar, proteger y defender a la institución más importante de todas: el matrimonio y la familia.
Es verdad que algunas parejas que se casan no tendrán hijos, ya sea por elección o a causa de la infertilidad, pero la condición especial del matrimonio está sin embargo íntimamente unida a los poderes y a las responsabilidades inherentes de la procreación, y a las diferencias propias entre los géneros. La cohabitación bajo cualquier título o apelativo no es razón suficiente para definir nuevas formas de matrimonio.
Las altas tasas de divorcio y nacimientos fuera del matrimonio han ocasionado un excepcional gran número de padres solteros en la sociedad americana. Muchos de estos padres solteros han criado hijos ejemplares; sin embargo, estudios extensivos han demostrado que por lo general un esposo y una esposa unidos en un matrimonio amoroso y comprometido proporcionan el ambiente óptimo para que los hijos sean protegidos, nutridos y criados (6). Esto no solo se debe a los recursos personales sustanciales que cada padre trae consigo al criar a los hijos, sino a las diferentes fortalezas que un padre y una madre, en virtud a su género, llevan consigo. Como dijo el prominente sociólogo David Popence:
La carga de evidencia de la ciencia social apoya la idea de que la paternidad diferenciada en género es importante para el desarrollo humano y que la contribución de ambos padres en la crianza de los hijos es única e irremplazable (7).
Popence explicó que:
… Los estilos de paternidad complementarios de un hombre y una mujer son decisivos y de enorme importancia para el desarrollo general de los hijos. A veces se afirma que los padres expresan mayor preocupación por el desarrollo a largo plazo de los hijos, en tanto que las madres se enfocan en el bienestar inmediato del niño (el cual, por supuesto, a su propia manera tiene que ver con el bienestar general a largo plazo del niño). Lo que es claro es que los hijos tienen necesidades duales que deben ser satisfechas: unas por la independencia y otras por la interrelación, unas por el desafío y otras por el apoyo (8).
El sociólogo historiador David Blankenhorn hizo una declaración similar en su libro Fatherless America (9). En una sociedad ideal, todo niño debería ser criado por un padre y una madre.
Desafíos al Matrimonio y la Familia
Nuestra era moderna ha visto al matrimonio tradicional y a la familia – definida como un esposo con una esposa e hijos en un matrimonio intacto – estar bajo un asalto que está constantemente en aumento. La moralidad sexual ha descendido y la infidelidad ha aumentado. Desde 1960 la proporción de niños nacidos fuera del matrimonio se ha disparado del 5.3% al 38.5% (2006) (10). El divorcio ha llegado a ser mucho más común y más aceptado, con los Estados Unidos como el país que tiene una de las tasas de divorcio más altas del mundo. Desde 1973 el aborto ha quitado la vida a más de 45 millones de inocentes (11). Al mismo tiempo, los estándares de entretenimiento continúan descendiendo, y la pornografía ha llegado a ser una plaga que afecta y hace adictos a muchas víctimas. Las diferencias de géneros incrementalmente son menospreciadas y consideradas triviales, irrelevantes o intrascendentes, minando de esa manera los propósitos de Dios en la creación de hombres y mujeres.
En años recientes en los Estados Unidos y otros países ha surgido un movimiento para promocionar al matrimonio entre personas del mismo sexo como un derecho inherente o constitucional. Este no es un paso pequeño, sino un cambio radical: en vez de buscar la tolerancia social o la aceptación privada a un comportamiento sexual consensual entre adultos, lo que buscan los defensores del matrimonio entre personas del mismo sexo es un respaldo y reconocimiento oficiales.
Las decisiones de las Cortes de Massachussetts (2004) y California (2008) han permitido los matrimonios entre personas del mismo sexo. Esta tendencia constituye una seria amenaza al matrimonio y la familia. La institución del matrimonio se debilitará, trayendo consecuencias negativas tanto para los adultos como para los niños.
En noviembre de 2008 los electores de California decidirán si enmiendan la constitución de su Estado para definir el matrimonio como sólo la unión entre un hombre y una mujer. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se ha unido en una amplia coalición con otras denominaciones, organizaciones y personas naturales para alentar a los electores a que aprueben dicha enmienda.
El pueblo de los Estados Unidos – actuando ya sea directamente o por medio de sus representantes electos – han reconocido el papel crucial que el matrimonio tradicional ha interpretado y debe seguir interpretando en la sociedad americana si se desea que los niños y las familias sean protegidos y los valores morales propagados.
Cuarenta y cuatro Estados han aprobado legislaciones poniendo claro que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. Más de la mitad de esos Estados, veintisiete en total, lo han hecho por medio de enmiendas constitucionales semejantes a las que se realizarán en California, Arizona y Florida (12).
Por el contrario, aquellos que desean imponer el matrimonio entre personas del mismo sexo en la sociedad americana han elegido un curso diferente. Los defensores de esa posición han llevado sus casos a las cortes Estatales, solicitando a los jueces que rehagan la institución del matrimonio que la sociedad ha aceptado y sobre la que ha dependido por milenios. Aún en este contexto, una amplia mayoría de las cortes – seis de ocho Cortes Supremas de Estado – han dado su apoyo a las leyes sobre el matrimonio tradicional. Solo dos, Massachussets y ahora California, han tomado otra dirección, y además, solo por márgenes mínimos – 4 de 3 en ambos casos.
En suma, existe un consenso muy fuerte a lo largo de los Estados Unidos en cuanto a lo que es el matrimonio. Como lo ha reconocido el pueblo de California al votar sobre este tema hace solo ocho años, el matrimonio tradicional es esencial para toda la sociedad, y en especial para sus hijos. Por motivo de que esta pregunta afecta el corazón mismo de la familia, debido a que es uno de los temas morales más grandes de nuestro tiempo, y porque tiene el potencial de un gran impacto sobre la familia, la Iglesia habla de este tema y pide a sus miembros que se involucren.
Tolerancia, Matrimonios entre Personas del Mismo Sexo y Libertad Religiosa
Aquellos que están a favor de los matrimonios homosexuales indican que “tolerancia” implica que se les otorgue el derecho a casarse como lo tienen las parejas heterosexuales. Pero este llamado a la “tolerancia” propone un significado y sentido muy diferentes del que ha tenido durante la mayor parte de la historia americana y del que se encuentra en el evangelio de Jesucristo. El Salvador enseñó un concepto mucho mayor: el amor. El amonestó: “ama a tu prójimo” (13). Jesús amó al pecador aún cuando condenó el pecado, como se evidencia en el caso de la mujer encontrada en adulterio: la trató amablemente, pero le exhortó a “no [pecar] más” (14). Como principio del evangelio “tolerancia” significa amar y perdonarnos unos a otros, no significa “tolerar” la transgresión.
En el mundo secular de hoy, la idea de tolerancia ha llegado a significar algo completamente diferente. En vez de amar, quiere decir condonar: aceptar el comportamiento equívoco como precio de la amistad. Jesús enseñó que amamos y cuidamos los unos de los otros sin condonar la transgresión. Pero la definición paliativa políticamente correcta de hoy insiste que a menos que se acepte el pecado no se está tolerando al pecador.
Como lo explicó el Élder Dallin H. Oaks:
Es obvio que la tolerancia requiere formas no contenciosas de relacionarse con las diferencias de unos y otros. Pero la tolerancia no requiere abandonar los estándares u opiniones propias sobre opciones de orden político o público. La tolerancia es la forma de reaccionar a la diversidad, no un mandato de aislarla para examinarla (15).
La Iglesia no condona el trato abusivo hacia otros y alienta a Sus miembros a tratar a todas las personas con respeto. Sin embargo, el hablar claro contra las prácticas con las que la Iglesia está en desacuerdo en términos morales – incluyendo los matrimonios entre personas del mismo sexo – no constituye abuso o el frecuente mal usado término de “lenguaje de odio”. Podemos expresar amor y amistad genuinos por los miembros de nuestra familia o amigos homosexuales sin aceptar la práctica de la homosexualidad o alguna nueva definición del matrimonio.
El legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo afectará a una amplia gama de actividades y políticas gubernamentales. Una vez que un gobierno Estatal declare que las uniones entre personas del mismo sexo son un derecho civil, es casi seguro que esos gobiernos pondrán en ejecución una gran variedad de políticas adicionales con la intención de asegurar que no exista discriminación contra las parejas del mismo sexo. Esto bien podría colocar a “la iglesia y al estado en curso de colisión” (16).
La proposición de matrimonios entre personas del mismo sexo ya ha generado choques legales en el ámbito de los derechos de libre acción y libre discurso basados en creencias religiosas. Por ejemplo, defensores de esta proposición y oficiales gubernamentales en ciertos Estados ya han desafiado el largamente apoyado derecho de las agencias de adopción religiosas de seguir sus propias creencias y colocar a sus niños solamente en hogares con un padre y una madre. Como resultado, la Beneficencia Católica de Boston ha dejado de ofrecer sus servicios de adopción.
Otros defensores del matrimonio entre personas del mismo sexo han sugerido que se retiren las exenciones de impuestos y otros beneficios a cualquier organización religiosa que no acepte estas uniones (17). Ya se están utilizando las Leyes de Alojamiento Público como palanca en un intento de forzar a las organizaciones religiosas a aceptar que se celebren estos matrimonios o se organicen sus recepciones en las instalaciones religiosas que de alguna manera están abiertas al público. En algunos casos las organizaciones acreditadas están ejerciendo presión en escuelas y universidades religiosas con el fin de que se proporcione hospedaje de casados a parejas del mismo sexo. Algunas universidades les están diciendo a sus organizaciones religiosas estudiantiles que pueden perder el reconocimiento y sus beneficios en el campus si excluyen a las parejas del mismo sexo de la membresía de sus clubes (18).
Muchos de estos ejemplos ya se han convertido en la realidad legal de varias naciones de la Unión Europea, y el Parlamento Europeo ha recomendado que las leyes que garantizan y protegen los derechos de las parejas del mismo sexo se hagan uniformes en toda la Unión Europea (19). De esta manera, si el matrimonio entre personas del mismo sexo llega a convertirse en un derecho civil reconocido, existirán conflictos sustanciales con la libertad religiosa; y en algunas áreas importantes, la libertad religiosa se verá minimizada.
¿De que Manera los Matrimonios entre Personas del Mismo Sexo Afectan a la Sociedad?
No solo las posibles restricciones de la libertad religiosa son la única implicancia social de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Tal vez el argumento más común que los proponentes de este tipo de matrimonios hacen es que es esencialmente inocuo y que no afectará a la institución del matrimonio heterosexual tradicional en ninguna manera. El refrán común es: “Esto no te afectará, entonces ¿por qué te preocupa?”. Aunque tal vez sea verdad que permitir las uniones de un solo sexo no afectara inmediata y directamente a todos los matrimonios existentes, la verdadera pregunta es cómo afectará con el tiempo a toda la sociedad completa, incluyendo a la generación que crece en este momento y a las futuras generaciones. La experiencia de los pocos países europeos que ya han legalizado los matrimonios entre personas del mismo sexo sugiere que cualquier disolución de la definición tradicional del matrimonio a la larga erosionará la ya venida a menos estabilidad de los matrimonios y de la familia en general. Adoptar el matrimonio entre personas del mismo sexo compromete el concepto tradicional de matrimonio, con consecuencias dañinas para la sociedad.
A parte de las muy serias consecuencias de minar y disolver la naturaleza sagrada del matrimonio entre un hombre y una mujer, existen muchas implicaciones prácticas en la esfera de la política pública que serán de profunda preocupación para los padres y para la sociedad en su conjunto. Éstas son críticas para entender la seriedad de todo el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Cuando un hombre y una mujer se casan con el fin de formar una nueva familia, su éxito en tal empresa depende de su voluntad en renunciar a la búsqueda unitaria de la autorrealización y de sacrificar su tiempo y medios para nutrir y criar a sus hijos. El matrimonio es fundamentalmente un acto de generosidad: protegido legalmente porque solo un hombre y una mujer juntos pueden crear nueva vida, y debido a que criar a los hijos requiere de un compromiso de por vida, el cual el matrimonio se encarga de proporcionar. El reconocimiento social de los matrimonios entre personas del mismo sexo no puede justificarse simplemente por el hecho de que proporciona autorrealización a las partes, pues no es el propósito del gobierno el dar protección legal a cada posible forma en la que los individuos puedan buscar la realización. Por definición, todas las uniones de personas del mismo sexo son infértiles, y dos individuos del mismo género, cualesquiera que sean sus afectos, nunca podrán formar un matrimonio dedicado a criar a su propia y mutua posteridad.
Es verdad que algunas parejas del mismo sexo obtendrán la custodia sobre hijos que proceden de relaciones heterosexuales previas, de la adopción en los Estados en los que estén permitidos, o por inseminación artificial. A pesar de ello, la pregunta más importante de la política pública debe ser: ¿cuál es el mejor ambiente para el niño y para la generación creciente? El matrimonio tradicional proporciona una sólida y bien establecida identidad social a los hijos. Aumenta la probabilidad de que ellos sean capaces de formar una identidad de género clara, con la sexualidad íntimamente unida al amor y a la procreación. Por el contrario, la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo erosionará probablemente la identidad social, el desarrollo de los géneros y el carácter moral de los hijos. ¿En realidad es sabio para la sociedad el perseguir tal experimento radical sin tomar en cuenta las consecuencias a largo plazo para los niños?
Solo como un ejemplo de la forma en la que los niños se verán afectados es que el establecimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo como un derecho civil inevitablemente requerirá cambios obligatorios en la currícula de las escuelas. Cuando el Estado diga que las uniones del mismo sexo son equivalentes a los matrimonios heterosexuales, la currícula de las escuelas públicas tendrá que apoyar dicha afirmación. Empezando con la escuela elemental, a los niños se les enseñará que el matrimonio puede definirse como una relación entre dos adultos cualesquiera y que las relaciones sexuales consensuales son moralmente neutrales. Se esperaría que la instrucción sobre educación sexual en las aulas de las escuelas secundarias haga iguales la intimidad sexual con las relaciones heterosexuales. Estas áreas de desarrollo originarían serios choques entre la agenda del sistema escolar secular y el derecho de los padres de enseñar a sus hijos estándares tradicionales de moralidad.
Finalmente, a través de la historia la familia ha servido como un baluarte esencial de la libertad individual. Los muros de un hogar proporcionan una defensa contra las influencias sociales perjudiciales y los poderes que algunas veces superan al gobierno. En ausencia de abuso o abandono, el gobierno no tiene el derecho de intervenir en la crianza y la educación moral de los hijos en el hogar. De esta manera, las familias fuertes son vitales para la libertad política; pero cuando los gobiernos presumen que pueden redefinir el matrimonio al emitir regulaciones para asegurar la aceptación pública de uniones no tradicionales, dan un paso para intervenir en la sagrada esfera de la vida doméstica. Las consecuencias de cruzar esta línea son muchas e impredecibles, pero es probable que incluyan un aumento en el poder y el alcance del Estado hacia cualquier fin que este esté buscando.
La Santidad del Matrimonio
Las familias estables y fuertes, encabezadas por un padre y una madre, son el ancla de la sociedad civilizada. Cuando el matrimonio se mina por la confusión entre géneros y por las distorsiones en el significado que Dios le dio, la generación de niños que están creciendo así como la juventud encontrarán particularmente difícil desarrollar su identidad natural como hombre o como mujer. Algunos encontrarán mucho más difícil embarcarse en cortejos sanos, formar matrimonios estables y criar todavía otra generación imbuida en un propósito y en la fortaleza moral.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha elegido involucrase, junto con muchas otras iglesias, organizaciones e individuos, en la defensa de la santidad del matrimonio entre un hombre y una mujer porque es un tema moral obligatorio de una importancia profunda para nuestra religión y para el futuro de nuestra sociedad.
La línea final de La Proclamación de la Familia es una admonición al mundo de parte de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce: “Hacemos un llamado a los ciudadanos responsables y a los representantes de los gobiernos de todo el mundo a fin de que ayuden a promover medidas destinadas a fortalecer la familia y mantenerla como base fundamental de la sociedad”. Este es el curso trazado por los líderes de la Iglesia, y es el único curso seguro para la Iglesia y para la nación.
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Notas
[1] Genesis 2:24.
[2] Mateo 19:4-6.
[3] Génesis 1:27.
[4] M. Russell Ballard, “Lo Que Más Importa es lo Que Dura Más,” Ensign, Noviembre 2005, p. 41.
[5] Naciones Unidas, “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, resolución de la Asamblea General 217 A (III), 10 Diciembre 1948.
[6] David Blankenhorn,
Hola BlOdY! no se trata de a quien le afecta mas que a otro. Sino de defender algo que divinamente esta constituido.
ResponderEliminarTienes que prestar mas atención al leer no se trata del Perú u otro lugar en particular sino se trata de defender la familia como única unidad familiar.
Tampoco se trata de marginar a las personas que tomaron esa decisión, es mas debemos tratarlos como cualquier ser humano, sin racismos,ideología,etc. En ningún momento este tema pone en tela de juicio ese punto, sino al hecho de que pueda perderse totalmente la razón de la unión familiar. Hogares debidamente constituidos donde un Padre y una Madre puedan darle a los hijos todos lo que sea mejor para ellos. El matrimonio es un decreto Divino porque Dios lo instituyo de esa manera, algo puro, sano, bello, especial.Algo que viene de Dios,eterno, no puede ser cambiado por el Hombre y mucho menos cambiando totalmente su razón de ser, su verdadero propósito de su constitución. Saludos
Lo de la a fui yo porque me mate escribiendo y después no me lo publico, estaba caido el blogger.
ResponderEliminarYo creo que lo de los matrimonios homosexuales se va a discutir hasta el cansancio y va a ver gente desconforme se decida lo que se decida, aquí en Uruguay ya es legal el tema y paso un poco desapercibido dada la baja religiosidad de la gente.
Yo particularmente no creo en los matrimonios homosexuales, pero no porque crea que atacan a la institucion matrimonio, la institución matrimonio aquí en uruguay esta destruida hace tiempo, con miles de divorcios, hijos fuera del matrimonio y un largo etc. no creo porque los homosexuales son más inestables que los heterosexuales, muchisimo más.
De cualquier manera me parece dificilísimo desde el mormonismo hablar de este tema, porque los mormones creen que los homosexuales son enfermos y se pueden recuperar, entonces si no se entiende la escencia del homosexualismo (se nace y chau) es al santo boton discutir sobre matrimonios homo.
saludos
No te preocupes que ya lo corregí =) aveces es mejor copiar todo antes de publicar para evitar perdidas = ) muchas veces me ha pasado lo mismo, pero ya aprendí la lección =) Saludos
ResponderEliminarPor lo que leo en tus palabras tu deseo no es debatir sino te inspira otro tipo de sentimiento. Cuando realmente quieras conversar, de una manera respetuosa hablamos.No me gusta contender. Suerte.
ResponderEliminarpa mi ke aki se kieren soltar las trenzas!!! .. es un tema muy polemico pero el punto es de lo ke DIOS intauro en este mundo no lo que el hombre imprefecto desea.. el tema es realmente amplio, pero algo bueno para leer ;).. almenos io podria decir que m casare con una mujer jejeje
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