
Era un anillo con una inscripción en su interior. El rey debía leerla cada vez que se sintiera muy bien y muy mal. La inscripción decía: “Esto también pasará”.
En los momentos duros
tenemos que entender que no son definitivos y no angustiarnos. Porque, si se saben capitalizar, quizás salgamos fortalecidos.
tenemos que entender que no son definitivos y no angustiarnos. Porque, si se saben capitalizar, quizás salgamos fortalecidos.
Lo mejor que puede pasarle a uno es entender que hay una distribución azarosa (abundante en riesgos) de las desgracias y que, si llegan, son oportunidades para aprender. Si ante un problema me quedo pensando: “no tengo salida”, “qué voy a hacer”, me quedaré paralizado y no actuaré.
Nos molestan las desgracias no por lo que son, sino, por la falta de control que creemos tener sobre ellas. Cuando en lugar de aceptar empezamos a actuar, el problema empieza a resolverse.