12 noviembre 2010

"Obediencia a los Mandamientos"

Nuestra vida será mucho más feliz si a temprana edad decidimos ser obedientes

Desde que era pequeño y vivía en una pequeña granja de Fielding, Utah, siempre quise tener un caballo. Cuando crecí lo suficiente para cuidarlo, papá me compró un caballo grande negro al que le di el nombre de Smokey.
Quería mucho a Smokey y lo cuidaba lo mejor que podía. Una mañana, cuando salí para darle de comer, encontré el corral vacío.
Busqué por los alrededores y lo encontré en la pila de heno que estaba afuera del corral; había hecho un verdadero desastre al pisar el heno, arruinándolo. Todos los portones estaban cerrados, lo que indicaba que, obviamente, Smokey había brincado el cerco. En el comedero tenía comida, de modo que no había razón para que fuera hasta la pila de heno.
Días más tarde, Smokey se volvió a salir; esta vez lo encontré en la pastura. No tardó en empezar a brincar para salirse tanto del corral como de la pastura. Yo tenía que ir a buscarlo en mi bicicleta por todo el pueblo; a veces papá y yo teníamos que viajar varios kilómetros antes de que pudiésemos encontrarlo y llevarlo de nuevo a casa.

Papá decidió comprar unas maniotas para Smokey; las maniotas son cuerdas o cadenas con las que se atan las patas de los animales para que no se escapen. “Smokey ya no se escapará más”, dijo papá.
Eso ni siquiera sirvió para que andara más lento; el brincar cercos se volvió un juego para él y ya no era divertido; se volvió salvaje y ya no podía capturarlo ni tampoco montarlo.
Por fin, papá dijo: “Le enseñaremos a Smokey una lección”. A las maniotas atamos pesadas cadenas de troncos para que, a dondequiera que Smokey fuera, tuviera que arrastrar una cadena de dos metros y medio de largo. Estábamos seguros de que eso lo detendría.
Pero esa noche Smokey trató de brincar el cerco otra vez; se enredó en la cadena y tropezó, cayendo contra el cerco y cortándose en el alambre de púas. Lo sacamos de allí y llamamos al veterinario, quien vino y lo curó.
Mi maestro orientador, que era mi tío Claude, era muy diestro con los caballos; a él se le ocurrió algo que hacer con Smokey, de modo que, como intercambio por él, me dio un caballo gris. Mi tío participaba en carreras de carruajes y él pensó que si combinaba a Smokey con un buen caballo de carrera de carruajes, podría quitarle los malos hábitos y ganar algunas carreras.
Entonces mi tío enganchó a Smokey al carruaje y practicaron varias veces. Smokey parecía estar haciéndolo muy bien... hasta el día de la carrera. Repentinamente se desvió hacia la derecha y trató de brincar el cerco que corría paralelo a la pista.
Mi tío Claude casi se mata y Smokey resultó tan herido que hubo que sacrificarlo.

Conceptos para Aplicar:
  1. Una vez que quebrantamos un mandamiento es más fácil quebrantar otros.
  2. La desobediencia crea hábitos difíciles de corregir que pueden generar dolor en nuestra vida.
  3. Es mejor decidir de niños o jóvenes ser siempre obedientes.
  4. Es importante obedecer a nuestros padres.

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